martes, 8 de junio de 2010

¿Juegas billar?

Cuento corto


  Tú sabes que todo empezó por el aburrimiento. Te digo que todo empezó por salir de mi casa y pasar por una buena noche en vez de estar echando sueño un viernes. Mira sí, te voy a ser más sincero… escúchame. Lo hice porque este fin de semana quería hablar con alguien, jugar un billar y darme dos o tres cervezas más de las que regularmente me doy. ¿Por qué? , porque me la pasé editando páginas casi tres días corridos.



  Déjame decirte cómo lo hice. Prendí la máquina, tú sabes… la compu. Y sin ver nada más, llegué a la página de búsqueda de parejas que tengo guardada en mi marcador de favoritas. No te voy a negar que me interesé en saber sobre la personalidad de las chicas que me contestaran.


  Yo sé que tú hubieras hecho lo mismo. Seguí con la intención, preparé los campos de búsqueda. Edades que quiero conocer, 26-45, Enter; país Puerto Rico, Enter.

  Chica es que me eché a reír, te lo confieso. Me sentía como jugando en una máquina traga monedas del casino. No me lo vas a creer, pero aparecieron 16,000 chicas que cumplían con mis requisitos. Todas de Puerto Rico como lo programé antes.

  “Que zafra”, yo pensé…, no te rías de mí. Así estuve buscando un rato, construyendo en mi mente las situaciones que estas mujeres habrán tenido que soportar al encontrarse con gente desconocida. Pensaba montones de cosas mirando sus fotos y leyendo sus perfiles, todo esto pasaba por mi mente mientras les enviaba saludos utilizando la página emergente para charlar.

  Contra, tú te imaginas que alguna quisiera verme después de lo que habrán pasado, con sabrá Dios que hombres embusteros o mala onda. Chica, las sacan y las dañan. Porqué te digo eso. Pues, si cualquiera les pone un mensaje con lo que quieren oír, si está todo lo necesario en la información de su perfil. Todo lo que quisieran hacer o todo lo que quisieran tener. Inclusive todos sus gustos. ¿No estás de acuerdo conmigo? Es solo fingir que eres el ser perfecto a tu conveniencia, igual que algunas fingen sentimientos para una relación perfecta a su conveniencia.

  Bueno, te sigo contando. Volví a darle Enter y salieron veinte mil candidatas. Algunas de Utuado-Hatillo-San Juan, bueno me canse de ver de dónde eran.

  Claro que les envié mensajes a muchas. Es más, hasta me sentí más intrépido en la segunda ronda de búsqueda y mi osadía me llevo a dejarle mensajes a chicas con apodos tan pueblerinos como: La Diabla, Tu mami chula, La Chulinda, La Bebé, Tutancamón, La Dulce y si te sigo diciendo te caes pa’trás. Inclusive, no me atrevo a escribirte lo que llegué a conversar con la Diabla porque no tengo confianza en estas cartas cibernéticas. Pero puedo decirte que si hubiera sido un pecado hablar impiedades con una Diabla enviada por Hades, pasé unos buenos diez minutos pecando.

  Luego de rectificarme de la charla con la Diabla, enseguida seleccione una chica que tuviese mas valores en su perfil, busque el campo donde se me permite charlar y escribí.

  -Hola, soy de Guaynabo, soltero y tengo ganas de jugar billar hoy dándome una Heineken bien fría.

  Un mensaje muy diferente al frío saludo que me pasé escribiendo en mis anteriores intentos de exploración. Casi todos leían –Hola, cómo estas hoy. Eso era todo.

  Eso te sorprende, que fuera tan directo al grano. Pero imagínate el floro que estas mujeres deben de estar aguantando y para qué propósitos. Para mi sorpresa, esta chica que me contesto, tenía ocho años más que yo, muy buena conversadora y con una niña de dieciséis años, divorciada.

  -Mucho gusto soy de San Juan, -me dijo-. Y salgo en treinta minutos, estoy en mi i-pod. Me pase todo el día supervisando más de veinte jóvenes en un almacén del aeropuerto, y de verdad que me parece muy buena tu idea, pero vamos a darnos par de Bacardi Mojitos mejor.

  -Claro que sí -acepté -. Enter.

  Y conversé un poco más sobre mi persona, sobre las cosas que estaba haciendo últimamente, logre darle bastante confianza a la chica como para que siguiéramos con la intención de encontrarnos.

  Me entretuve un rato más enviando el mismo mensaje del billar y la Heineken. Y si tú supieras con los temas y requisitos que me salían para sencillamente encontrarme y jugar un billar. Pero las comprendo… porque puede ser difícil encontrar alguien nuevo con quien beber en un pub que reúna tus especificaciones, o con quien no te aburras sin tener tus mejoras amistades siempre al lado.

  Me ayudó mucho la página que tengo sobre mi novela juvenil, eso le daba una zona confortable a la chica sobre mi personalidad, para encontrarme, daba más veracidad a mi manera de ser.

  A las once de la noche cuando logré encontrarme con ella, estaba lloviendo y para ese momento me había estacionado primero. Así que cuando logramos hablar por el celular, le tuve que pedir que me recogiera en la calle. Ese rato podríamos hablar mientras encontraba un parking.

  Accedió a mi idea y conversamos dentro del auto por cinco minutos en lo que apareció un lugar vació para estacionar. Le regale uno de mis libros y lo dedique con su nombre y el mío. Le encanto la idea de que fuera un escritor novato, y cuando intercambiamos sonrisas, lo próximo que nos quedaba era salir a liberar nuestro stress.

  Caminamos una cuadra respirando del aire fresco que distingue esta ciudad, hasta llegar a un billar del Viejo San Juan, donde para mi sorpresa vendían Bacardi Mojitos. Nos dimos dos corridos, charlamos y nos reímos, y coqueteamos dándonos besitos ocasionales solo en el cachete como dos respetuosos puertorriqueños. Luego subimos al billar. Al final de la noche la acompañé hasta su carro, y nos despedimos muy cordialmente. La pasamos muy bien.



  Tengo tiempo este fin de semana...qué me dices, ¿Juegas billar?


Corrección ortográfica por S.C.

1 comentario:

naty dijo...

si, juego billar cuando vamos?