Cuento Corto
Esperaba por mi prometido en ese momento. El muy pícaro se detuvo a conversar con otra chica al final de la barra y yo, mientras lo esperaba, simplemente reflexionaba acerca de mi papel protagónico esa noche. Me veo muy seria, lo acepto. Pero es lo único que me dio ganas de hacer en ese lugar. La fotografía la tomaron precisamente cuando comencé a probar del vino que traía mi copa. Que traidores... te seguiré contando lo que pasó allí.
Me preguntaba si habría llevado a cabo el libreto tal y como se me ordenó tantas veces.
“¿Habrían sido interpretados mis gestos en tarima como una burla? Eso sería un buen pretexto para no aplaudirme hoy… no es por eso, debe ser por otra cosa.” Pensaba en la barra.
¡Cómo me hacía falta un cigarrillo esa tarde! Así que mientras esperaba mi prometido, seguí pensando más cosas. Simplemente dándole vueltas al asunto.
“¿Por qué me rechazarían hoy? ¿Porqué hoy después de tanto tiempo en este teatro?” Recuerdo que me pregunté.
Debió ser el germen de la chabacanería, si eso fue. Sin duda alguna, se había contagiado el público entero. Todas esas personas que me reconocen como una actriz de calidad, contagiadas ahora todas.
Seguí pensando... “Mírenlos hoy, y que negando mi veteranía, desdoblándose a ser unos simples seres etéreos que niegan la misma esencia de la belleza en un arte como el de la actuación, solo un tonto se deja llevar por su propio mal entendimiento. Lo malo es cuando el tonto riega por su vileza ese sentir, contagiando a todos.”
Me sentía decepcionada una vez caminé fuera de la tarima esa noche, sabía que mis enemigos de alguna manera ganaban la admiración de sus seguidores. Que algo andaba mal. Por eso decidí entrar en la barra, simplemente para despejar la mente. No sabía que mi prometido me estaría esperando ahí. Bueno, el tampoco sabía que cancelarían mi participación a esa hora.
Usurpadores, jamás podrán desarrollar mi personaje con la calidad que se me distingue. Tengo que reconocerlo, fui esa noche un pretexto más para justificar sus estilos de producción. No son nadie sin tener de quien sacar publicidad. Está bien, si la desmesura es su norte, si lo de ellos es “remover”, pronto sabrán cómo se remueven las cosas en este país.
“Son solo una banda de ineptos sin control.” Recuerdo que repetí en voz baja, apenas moviendo mis labios. Lo único que hablé allí parada. Todavía a mi lado permanecía callado el otro sujeto, el del sombrero. Luego te digo quién es.
Una copa de vino fue suficiente para olvidar que esa fue la noche que me despidieron esos imbéciles. Mi papel protagónico, perdido para siempre. Ningún motivo me daba ánimos para reír esa tarde, no sentía deseos de nada ni de ser nadie en el mundo. Y mi mundo solo era el personaje que protagonicé todas las semanas, eso era todo para mí. Pero cómo se atreven contratar actores de baja categoría, y ponerlos en mi lugar. Este es mi final, no puede ser. Cómo se atreven a sacar esta fotografía por los periódicos. Sí, tan solo pensaba mientras esperaba mi compañero, eso era todo.
Hoy se me ordena a callar, se me obliga y que a entender que mi personaje será interpretado por la desmesura hecha verbo, y que convirtiéndome de inmediato en una sombra ahora inservible, sería yo entonces como un adorno más en la repisa que categorizara esta nueva tendencia, sí…yo misma y todas las que pasen por algo similar a esto. Pero ya verán, ya verán…
Mientras rosaba mi copa con los dedos, trataba de olvidar por un segundo el sin sabor de mi sorpresiva despedida. No mencioné ni una sola palabra en esa barra. No sé de dónde sacan la noticia de que desaparecí del teatro. Si tengo hasta el boleto del estacionamiento… Pero, ya verán…
De repente me habló Isidro, el sujeto que aparece parado a mi lado en la foto, sí… un manejador reconocido al cual rechacé simplemente por mi puro egoísmo. Sí, él es ese sujeto que se postró a mi lado. Para el tiempo en que se me presentó por primera vez, también manejaba a la grandiosa actriz europea “Laura Miatts”. Suficiente carga para mi mentalidad de estrella novata, lo rechace. Y si algo no quiero olvidar de esa noche era el piano clásico que se escuchaba en ese lugar. Por lo menos, en algo decente pude aferrarme después de tanta locura. Mira, mira esa foto, no le temas. Dónde estaría hoy…
“Necesitas montar otra obra teatral de inmediato, necesitas nuevas funciones.” Me comentaba en voz baja Isidro luego de tomarse una copa de un solo golpe. “Nadie lo hará por ti esta vez, y mucho menos te invitarán a las audiciones. No tienen tu calidad y eso sencillamente los hierve. Tienes la mirada de una estrella, eso es todo su odio. No luches contra eso, acéptalo. No pienso estar aquí parado hasta que llegue tu compañero, piénsalo. Yo pondré el dinero y un buen guión.”
Preste un poco de atención a su dialogo -si él supiera lo que les voy a hacer-. Pero ese no era el momento para negociar, solo quería pensar en mi trabajo, en el público que me aplaudía, en las luces brillantes de mi camerino. El mismo que le obsequiarán sabrá dios que novata, el camerino que no tendría nunca jamás. Y todavía se atreven a decir en la nota del diario que me entrevistaba un investigador policiaco. Qué conjunto de crápulas. Pero ya verán, ya verán…
Te sigo explicando; a mis espaldas algunos hombres de negocios que se entrometían escuchando mi conversación, hacían comentarios acerca de un posible futuro para mí. Era una voz que pude reconocer. Ese que pude escuchar era simplemente un hombre sin ideas. Solo tenía dinero, pero no el guión necesario para promover una clase de actriz como lo soy yo. Así que cuando pensaba en sus propuestas, en las obras que solía promover, sabía que no tenía nada. Y los teatros que tenía bajo su tutela eran simplemente salones de reposo para jóvenes narcisistas. Y por eso, sus comentarios no provocaron en mí absolutamente la mínima reacción.
“Bueno, me tengo que retirar.” Me repetía Isidro agitando las llaves dentro de sus bolsillos. “Dime si aceptas mi oferta o no. Te prometo un guión de excelencia, tarimas alumbradas por más de diez técnicos. Todo un taller de escenografía. Saldremos de gira alrededor de toda la Europa. Él no te dará nada, obsérvalo, echa un vistazo hacia atrás. Míralo ahí, con el gorro que lo distingue. No te equivoques… es él, el nuevo gerente de tu teatro… ahí tomando copas luego de despedirte. Reconoce lo que es, eso solo una marioneta más de la mercadotecnia, esto es un simple juego de azar para él.”
“A qué se dedicaba anterior a esto, a nada. Pasó toda la universidad botando el dinero de sus padres. Luego tomo un curso de fotografía. Enseguida publicó un magacín que llevó a la quiebra. Y ahora con el dinero de sus padres pretende comprarse otra personalidad más. Y en cuanto se entere de otra profesión que lo situé a la moda, dejará todo esto y a los que trabajen con él. Y estoy seguro de que va querer producir cine. Solo compra y vende funciones a su conveniencia. Ah, que opulento se ve, como se escucha hablando como todo un hombre de negocios. Pero al cabo nos manda al diablo y con la suma de dinero que tiene se retira de vacaciones alrededor del mundo, a calmar su estrés. Mira, te digo que dura seis meses aquí. Porque el juicio del chabacano, si dado por dioses o por la gente, puede ser pospuesto, pero no prevenido.”
Al terminar la suplica, Isidro opto por echar un pedazo de papel con su teléfono dentro de uno de los bolsillos de mi chaleco, por lo cual permanecí estática para no provocar insinuaciones. Eso fue todo lo que paso. No quise ni mirar hacia atrás. Pero claro, ellos saben la clase de producciones que logra este productor, y por eso fue tanta la rabieta con desprestigiar más la imagen que tengo. Por eso publicaron la fotografía. Pero ya verán, ya verán...
“Serás famosa nuevamente por tus destrezas artísticas, no existirás para vender tu arte a la chabacanería.” Así concluyó Isidro.
Luego de retirarse me quedé algunos minutos reflexionando. Me percaté de la leve lluvia y que además el crepúsculo dominaba todos los colores de la calle. En cuanto se acercó mi pretendiente lo tome por el brazo y salimos del local en rumbo a su motora. Eso fue todo, pero ya verán, ya verán…
Corrección ortográfica por S.C.
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