Me encontraba esperando a mi prometido. El muy pícaro se detuvo a conversar con otra chica al final de la barra y yo, mientras lo esperaba, simplemente reflexionaba acerca de mi papel protagónico esa noche. Me veo muy seria, lo acepto. Pero era lo único que me daban ganas de hacer en ese lugar. La fotografía la tomaron precisamente cuando comencé a probar el vino de mi copa. ¡Qué traidores...! Te seguiré contando lo que pasó.
Cronícas del Blues
Portada
del diario donde aparece Tatiana sentada en la barra. Lleva un abrigo de
terciopelo negro, y sombrero francés,
sujeta una copa de vino a medias. A su lado un caballero vestido de traje y
sombrero suspira palabras al su oído. Al fondo algunos hombres más jóvenes le
miran de reojo.
Me
preguntaba si habría seguido el libreto tal y como me ordenaron tantas veces.
“¿Habrán
sido interpretados mis gestos en tarima como una burla subliminal? Eso sería un
buen pretexto para no aplaudirme hoy… no es por eso, debe ser por otra cosa”,
pensaba en la barra.
¡Cuánta
falta me hacía un cigarrillo esa tarde! Así que mientras esperaba a mi
prometido, seguí pensando más cosas, dándole vueltas al asunto.
“¿Por
qué me rechazaron hoy? ¿Por qué hoy, después de tanto tiempo en este teatro?”,
recuerdo que me pregunté.
Debió
ser el germen de la chabacanería; sí, eso fue. Sin duda alguna, se había
contagiado el público entero. Todas esas personas que me reconocen como una
actriz de calidad, contagiadas ahora.
Seguí
pensando... “Mírenlos hoy, ¡negando mi veteranía! Desdoblándose para ser unos
simples seres etéreos que niegan la esencia misma de la belleza en un arte como
el de la actuación. Solo un tonto se deja llevar por su propio mal
entendimiento. Lo malo es cuando ese tonto esparce por su vileza ese sentir,
contagiando a todos”.
Me
sentí decepcionada cuando me retiré del escenario esa noche; sabía que mis
enemigos de alguna manera ganaban la admiración de sus seguidores. Que algo
andaba mal. Por eso decidí entrar en la barra, para despejar la mente. No sabía
que mi prometido me estaría esperando ahí. Bueno, él tampoco sabía que
cancelarían mi participación a esa hora.
¡Usurpadores,
jamás podrán desarrollar mi personaje con la calidad que me distingue! Tengo
que reconocerlo, esa noche fui un pretexto más para justificar sus estilos de
producción. No son nadie si no tienen con quién sacar publicidad. Está bien, si
la desmesura es su norte, si lo de ellos es “remover”, pronto sabrán cómo se
remueven las cosas en este país.
“Son
solo una banda de ineptos sin control”, recuerdo que repetí en voz baja, apenas
moviendo mis labios. Lo único que hablé allí parada. Todavía a mi lado
permanecía callado el otro sujeto, el del sombrero. Ya te contaré quién es.
Una
copa de vino fue suficiente para olvidar que esa fue la noche que me
despidieron esos imbéciles. Mi papel protagónico, perdido para siempre. No tenía
ningún motivo para reír esa tarde; no sentía deseos de nada ni de ser nadie en
el mundo. Y mi mundo solo era el personaje que protagonicé todas las semanas,
eso era todo para mí. ¡Cómo se atreven contratar actores de baja categoría y
ponerlos en mi lugar! Este es mi final, no puede ser. ¡Cómo se atreven a
publicar esta fotografía en los periódicos! Sí, era lo único que pensaba
mientras esperaba a mi compañero, eso era todo.
¿Sabes
qué? Hoy siento que me silenciaron, porque me insinuaron que debo entender que
mi personaje será interpretado por la desmesura hecha verbo, y que
convirtiéndome de inmediato en una sombra ahora inservible, sería yo entonces
como un adorno más en la repisa que categorizara esta nueva tendencia, sí… yo y
todas las que pasen por algo similar a esto. Pero ya verán, ya verán…
Mientras
rozaba mi copa con la punta de los dedos, trataba de olvidar por un segundo el
sinsabor de mi sorpresiva despedida. No mencioné ni una sola palabra en esa
barra. No sé de dónde sacan la noticia de que desaparecí del teatro. Si tengo
hasta el boleto del estacionamiento… Pero ya verán…
De
repente me habló Isidro, el sujeto que aparece parado a mi lado en la foto. Un
representante reconocido, al que rechacé simplemente por egoísmo. Sí, es ese él
sujeto que se posó a mi lado. Para el tiempo en que se me presentó por primera
vez, también representaba a la grandiosa actriz europea Laura Miatts.
Suficiente carga para mi mentalidad de estrella novata, así que lo rechacé. Y
si algo no quiero olvidar de esa noche lo fue el piano bar y su virtuosa
interpretación de “Blue Walk”, de Lou Donaldson. Hasta me animé a cantar. Por
lo menos pude aferrarme a algo decente después de tanta locura. Mira, mira esa
foto, no le temas. Mira, mira esa fotografía de nuevo. ¿No te dan miedo? ¡Dónde
estaría hoy…!
—Debes
montar otra obra de inmediato, necesitas nuevas funciones —me comentaba en voz
baja Isidro, luego de apresurar su copa de un solo golpe—. Nadie lo hará por ti
esta vez, y mucho menos te invitarán a las audiciones. No tienen tu calidad y
eso sencillamente los enfurece. Tienes la mirada de una estrella, por eso te
odian. No luches contra eso, acéptalo. No pienso estar aquí parado hasta que
llegue tu compañero, piénsalo. Yo pondré el dinero y un buen guion.
Presté
un poco de atención a sus palabras… si tan solo él supiera lo que pienso hacer.
Pero ese no era el momento para negociar, solo quería pensar en mi trabajo, en
el público que me aplaudía, en las luces brillantes de mi camerino. El mismo
que le obsequiarán sabe Dios a qué novata; el camerino que no tendré jamás. Y
todavía se atreven a decir en la nota del diario que me entrevistaba un
investigador policiaco. ¡Caterva de crápulas! Pero ya verán, ya verán…
Te sigo explicando. A mis espaldas algunos
hombres de negocios que escuchaban la conversación se entrometían , haciendo
comentarios acerca de un posible futuro para mí. Era una voz que pude
reconocer. Ese que pude escuchar era simplemente un hombre sin ideas. Solo
tenía dinero, pero no el guion necesario para promover una clase de actriz como
yo. Así que cuando pensaba en sus propuestas, en las obras que solía promover,
sabía que no tenía nada. Y los teatros que tenía bajo su tutela eran
simplemente salones de reposo para narcisistas. Por eso, sus comentarios no
provocaron en mí absolutamente la mínima reacción.
—Bueno, me tengo que retirar —repetía Isidro
agitando las llaves dentro de sus bolsillos—. Dime si aceptas mi oferta o no.
Te prometo un guion excelente, con escenarios alumbrados por más de diez
técnicos. Todo un taller de escenografía. Saldremos de gira por toda Europa. Él
no te dará nada, obsérvalo, echa un vistazo hacia atrás. Míralo ahí, con el
gorro que lo distingue. No te equivoques… es él, el nuevo gerente de tu teatro…
ahí tomando copas luego de despedirte. Reconoce lo que es, solo una marioneta
más de la mercadotecnia, esto es un simple juego de azar para él. ¿A qué se
dedicaba antes de esto? A nada. Pasó toda la universidad despilfarrando el
dinero de sus padres. Luego tomó un curso de fotografía. Enseguida publicó un
magacín que llevó a la quiebra. Y ahora con el dinero de sus padres pretende
comprarse otra personalidad más. Y en cuanto se entere de otra profesión que lo
situé a la moda, dejará todo esto y a los que trabajen con él. Y estoy seguro
de que va a querer producir cine. Solo compra y vende funciones a su
conveniencia.
Ah, ¡qué opulento se ve! ¡Cómo se
escucha hablando como todo un hombre de negocios! Pero al cabo nos manda al
diablo y con el dinero que tiene se retira de vacaciones alrededor del mundo, a
calmar su estrés. Mira, te digo que dura seis meses aquí. Porque el juicio del
chabacano, si dado por dioses o por la gente, puede ser pospuesto, pero no
prevenido.
Al terminar la súplica, Isidro optó por echar
un papel con su número de teléfono en uno de los bolsillos de mi chaleco, por
lo cual permanecí estática para no provocar insinuaciones. Eso fue todo lo que
pasó. No quise ni mirar hacia atrás. Pero claro, ellos saben la clase de
producciones que logra este productor, y por eso fue tanta la rabieta para
desprestigiar más mi imagen. Por eso publicaron la fotografía. Pero ya verán,
ya verán...
—Serás famosa nuevamente por tus destrezas
artísticas; no vas a vender tu arte a ilusionistas de baja categoría —concluyó
Isidro.
Cuando él se retiró me quedé algunos minutos
reflexionando. Me percaté de la leve lluvia y de que el crepúsculo dominaba
todos los colores de la calle. De hecho, desperté de mi reflexión al mirar a
través de aquella puerta de cristal. En cuanto se acercó mi pretendiente lo
tomé por el brazo y salimos del local en dirección a su moto. Le di un beso muy
tierno y el, me cedió su casco. Luego nos retiramos. Eso fue todo, pero ya
verán, ya verán…
FIN
Una vez más, bienvenidos a mi BLOG de escritura creativa.
Aquí está el enlace a mi primer libro publicado:
Si te gustan los thrillers Sci-Fi & Fantasy, en la tradición de la
ciencia y el descubrimiento. Le gustará esta novela.
También disponible en Ingles.
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